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Emprender mientras trabajas, una aventura no tan difícil como parece

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No vamos a engañarnos. Las ganas de emprender pueden aparecer en cualquier momento. Cuando decimos ganas, podemos decir también la oportunidad, las ideas o la necesidad. Y cuando decimos en cualquier momento, incluimos la etapa de estudiante, las épocas en las que se buscan nuevas experiencias laborales y, por supuesto, cuando se trabaja.

Esta última posibilidad es mucho más habitual de lo que pueda parecer. De hecho, tal vez sea la más frecuente. Una vez que se empieza a trabajar, se pueden ver muchas más oportunidades y se conoce mejor el entorno y el mercado. Además, la experiencia, la relación con otras personas y la necesidad de progresar, pueden empujar fuertemente en las ganas de emprender.

Pero un trabajo por cuenta ajena no suele dejar mucho margen para emprender. Tal vez haya alguna incompatibilidad, algún riesgo y, sobre todo, falta de tiempo, lo cual acaba llevando a la pregunta de si es mejor dejar el trabajo para luchar por un proyecto personal, con las consiguientes dificultades económicas que esto podría acarrear. Todas estas cuestiones están presentes siempre, pero no han de ser óbice para que pelees por tus sueños. Y, aquí, te vamos a contar cómo emprender mientras trabajas, porque no es tan difícil como pueda parecer.

Ten claro cuál va a ser tu proyecto

Vale, estás trabajando y ya te ha picado el gusanillo del emprendimiento. Eso es bueno, un paso imprescindible. Pero es solo el primer impulso. Sabes que quieres iniciar tu proyecto propio, pero no sabes qué proyecto es el que quieres iniciar. Es como si tienes hambre y no sabes qué es lo que quieres comer. No es grave, porque seguro que hay muchas opciones en el menú, pero para empezar a saciar tu apetito, tienes que decidirte y concretar. Lo mismo sucede con tu proyecto.

Seguro que, casi sin pretenderlo, se te van ocurriendo distintas ideas. Vete apuntándolas, piensa sobre las posibilidades de éxito y los riesgos de cada una de ellas y, cuando lo tengas claro, céntrate en desarrollarla.

Tómatelo en serio

Como te hemos dicho, emprender mientras trabajas no es fácil, pero no es ni mucho menos imposible. Todo depende de ti. Un trabajo por cuenta ajena puede resultar agobiante y absorbente, pero a tu proyecto tienes que darle la relevancia que se merece.

Si no te comprometes firmemente, acabarás dejándolo de lado, permitiendo que las ideas se desvanezcan y que tus ganas de emprender acaben disolviéndose como un azucarillo en leche caliente.

Esto tal vez te suponga grandes sacrificios al principio, o durante mucho tiempo. Tendrás que restringir tus gastos, invertir tus ahorros y, seguramente, limitar tus horas de ocio y descanso para cumplir tus sueños. Pero los sacrificios valen la pena y nadie dijo que el camino al éxito fuera un camino de rosas.

No descartes seguir formándote

Si estás trabajando, seguro que ya tienes una formación y una preparación mínima. Además, damos por hecho que tu experiencia laboral también supone un buen apoyo y te ha servido para completar tus capacidades.

Pero, a la hora de emprender, necesitas aprender. No todos pueden abordar una nueva aventura sin aumentar sus conocimientos sobre alguna materia y, en tu caso, lo más probable es que tengas que hacer, cuando menos, alguna lectura.

Aquí somos firmes defensores de la formación continua [RM1] y sabemos que ésta te puede ser útil en muchas de las etapas de tu carrera laboral, tanto por cuenta ajena como cuando quieras emprender. Por esta razón, no descartes que uno de los primeros pasos para tu aventura emprendedora pueda ser el de realizar algún curso formativo o sentar determinados conocimientos para tener una base más sólida.

Mantén una actitud positiva

Este punto puede ser una lucha más contigo mismo que contra los elementos. Pero seguramente tengas que afrontarla en algún punto. Aunque la aventura empresarial te va a llenar de ilusión, más aún cuando empieces a vislumbrar los primeros logros, es probable que pases por etapas más complicadas en las que dudes si merece la pena o lo veas todo negro.

Esto puede pasar tanto sobre tu trabajo como sobre tu futuro proyecto. De hecho, el impulso para emprender puede haber venido por alguna insatisfacción en tu puesto actual, pero no tienes que dejar que el malestar te venza.

Una buena manera de seguir peleando con ilusión es fijarse metas pequeñas, a corto plazo, y que no sean complicadas de seguir. Cada vez que cumplas una de ellas, verás cómo los esfuerzos están dando sus resultados y cómo los tiempos difíciles llegarán antes a su fin.

Y, sobre todo, no renuncies para emprender, emprende para renunciar

Como último consejo, queremos que tengas esto claro. Salvo situaciones extremas, en las que veas que tu salud o tu vida personal están llegando a unos puntos insostenibles, no debes renunciar a tu trabajo para emprender una nueva aventura.

El enfoque tiene que ser distinto, y no queremos que los riesgos acaben convirtiéndose en una situación indeseable. No renuncies a tu trabajo para emprender. Aunque no estés contento, el trabajo te da estabilidad en muchos aspectos, no solo el económico, y te permite seguir en contacto con otras personas que tal vez te puedan ser de ayuda en tu nueva aventura. Una renuncia precipitada puede terminar siendo una renuncia no definitiva, y no hay nada peor que tener que dar marcha atrás y repetir los pasos que ya se creían superados.

 Lo que tienes que pensar es que estás emprendiendo para poder renunciar. Entonces, una vez que tu propio proyecto sea una realidad, sí que podrás decir adiós a tu trabajo por cuenta ajena, y esta renuncia podrá ser.